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ENSALADAS

Hay que pensar que, ya desde los tiempos prehistóricos, los seres humanos aprendieron a aumentar, modificar y combinar los diferentes sabores que les proporcionaban las plantas, con el fin de convertir el alimento en manjar; es decir, con el propósito de hacer agradable la necesidad de comer. La Historia transmite el conocimiento sobre horticultura de que hicieron gala civilizaciones muy primitivas, como la de Babilonia y Persia, China y los países del Islam. Ello significa que, cuando el Hombre deja el nomadismo y se hace sedentario, se dedica a cultivar las verduras a la vez que cuida la ganadería con objeto de tener siempre al alcance de la mano los alimentos básicos. Posteriormente, y llevado por el afán de mejora, las primitivas combinaciones de verduras se fueron enriqueciendo con otros alimentos propios del entorno vital: productos del mar si se trataba de pueblos marineros; o conservas cárnicas y huevos -básicamente- en el caso de las sociedades del interior. En cualquier caso, la base de las ensaladas fue siempre, y lo sigue siendo, el amplio muestrario de verduras que el cultivo de la tierra proporciona. A ellas, por lo tanto, dedicamos los comentarios que siguen. Sin embargo, no habrá que olvidar que, a las cualidades culinarias que mencionamos acerca de ellas, y a sus valores nutritivos y dietéticos, habrá que añadir -y, en ocasiones, con categoría de preponderancia- los del resto de alimentos que entren en la composición de la ensalada que en cada ocasión elaboremos.
Las verduras y hortalizas son alimentos de composición y características muy particulares, que los hacen difícilmente equiparables a otros. Están integradas en su mayoría por agua, lo que origina que su valor energético sea pequeño. Asimismo, son muy pobres en grasas, hidratos de carbono y proteínas. Su importancia nutritiva reside en sus elevadas proporciones de carotenos (precursores de la vitamina A), vitamina C y sales minerales de sodio, calcio, magnesio, etc. También poseen cantidades variables de vitaminas del grupo B y, además, suponen una gran ventaja para el organismo debido al elevado aporte de fibra que proporcionan.
Por último, poseen otra ventaja para el organismo, y es el elevado aporte de fibra que proporcionan.
Son alimentos muy perecederos, por lo que es común encontrarlos congelados, desecados, en conserva o en forma de encurtidos. La congelación es el método que mejor conserva su sabor y sus propiedades nutritivas, aunque las otras formas también resultan muy aceptables.