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LA PATATA

En todos los casos los tubérculos deben ser: enteros, sanos, consistentes y con el aspecto característico correspondiente a la variedad. Deben estar exentos de humedad exterior anormal, de olores y sabores (tanto externos como internos) extraños, así como de magulladuras, picaduras, cortes o heridas, germinación, enverdecimiento, deformación, tierra y otras materias extrañas visibles, especialmente restos de abonos o productos de tratamiento.
Es difícil describir el olor y el sabor de las patatas cocinadas, que depende del propio del tubérculo y que, sin ser muy pronunciado, resulta agradable al paladar, pero depende, sobre todo, del tipo de guiso a que haya sido sometida. Por ejemplo, las patatas fritas a la inglesa (chips) tienen una estructura crujiente y un sabor típicamente salado por habérseles añadido sal de cocina. Las que se fríen en trozos más gruesos presentan una porción externa crujiente y un centro más blando, con un sabor generalmente menos salado que el de las primeras. Las patatas que acompañan a ciertos hervidos o cocidos adquieren nuevos aromas derivados de los otros componentes del guiso y de los posibles condimentos que se adicionen.
Finalmente, las patatas asadas tienen un sabor suave y una textura intermedia entre la de las patatas fritas y la de las cocidas. Este sabor es siempre más agradable en las patatas recién recolectadas que en las que llevan cierto tiempo almacenadas.