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CONSERVACION DE AVES

conservación de avesLas carnes de las aves no requieren cuidados especiales para su conservación en el hogar. Como hemos comentado anteriormente al hablar de la carne del pollo, si el producto lo hemos adquirido en buenas condiciones, bastará con mantenerlo en el frigorífico, a temperatura de refrigeración, envueltas las piezas o la canal en papel de aluminio o plástico, en la zona más fría del electrodoméstico, hasta el momento en que hayamos decidido cocinar. Como regla general, si deseamos degustar la carne de ave en toda su calidad, deberemos consumirla antes de que hayan transcurrido tres días desde el que la adquirimos. Previamente, lavaremos las canales de agua potable, interior y externamente, para eliminar los restos de sangre y la suciedad que puedan contener.

Si hemos adquirido las aves congeladas y las hemos conservado así en el congelador, a la hora de proceder a su descongelación lo haremos lentamente, para que la carne no pierda nutrientes ni calidad.La carne de ave producida en granja resulta un alimento excelente, porque es muy rica en proteínas, fácilmente masticable, de digestión relativamente sencilla y muy asimilable. A todo esto hay que añadir que su precio es asequible, y por ello se ha convertido en un producto alimenticio básico. Además, en lo que se refiere a sus componentes orgánicos, vitaminas y minerales, la carne de ave es comparable a las de otros animales de abasto, y superior en algunos casos.
Quizá, desde el punto de vista de la salud, la característica más destacable de la carne de ave sea que su porcentaje en grasa es inferior al de las demás, lo cual produce ventajas e inconvenientes: se digiere antes y es aconsejable en el tratamiento de ciertas alteraciones pero su cantidad de calorías es menor.
Existe la creencia de que los caldos de carne de ave son muy nutritivos y son muy recomendables para niños, mujeres embarazadas y enfermos convalecientes; y no es cierto: estos caldos, generalmente de exquisito sabor y tan reconfortantes ocupan el estómago y eliminan la sensación de hambre, pero ingresan en el organismo una cantidad mínima de nutrientes. Los caldos estarían indicados, por el contrario, en caso de hipernutrición y obesidad.
Al igual que sucede con todos los alimentos ricos en proteínas, la carne de ave debe ser ingerida de manera progresiva, después de los seis y ocho primeros meses de vida, acompañada de otros productos que equilibren la dieta según la edad y las necesidades del organismo. Como norma general, puede ser consumida con prodigalidad durante la niñez y juventud, y a causa de su fácil masticación y asimilación es también muy apta para los ancianos. En los casos de obesidad, como ya hemos indicado, la carne de ave resulta ser un alimento muy conveniente, pues proporciona sensación de plenitud sin suministrar muchas calorías; eso sí, la preparación culinaria deberá ser sencilla y natural.


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